Nuestro modelo
económico está en quiebra: estamos inmersos en medio de una crisis
financiera, económica, energética, ambiental y social. La causa de
todos estos problemas es común: un modelo de desarrollo construido
sobre la hipótesis de que el crecimiento se puede mantener sin
límites y que éste debía basarse en la acción individual, el
enriquecimiento desmesurado y el consumismo impulsados por el
endeudamiento financiero y ambiental. Un modelo que en Europa crea
paro y destruye los derechos laborales y que, a la vez, significa la
destrucción de los hábitats y del sistema social de muchos pueblos
del mundo en desarrollo. Un modelo que, con carácter general, no ha
solucionado la pobreza ni el hambre, que desde hace una década
incrementa la desigualdad social, dentro de los países y entre
ellos, y destruye a ritmo acelerado la biosfera.
Ante esta
situación afirmamos que no hay bases científicas para sustentar la
idea de un crecimiento económico indefinido y exponencial, y menos
en un mundo superpoblado, sobreexplotado y con recursos finitos. Por
el contrario, el modelo capitalista, basado en la apropiación
privada y la explotación ilimitada de todos los recursos naturales
nos está llevando a un callejón sin salida; al colapso ambiental,
económico y social. Hay que hacer con toda urgencia un cambio de
rumbo, un cambio de modelo.
Soluciones
a la crisis: prosperidad sin crecimiento
En pleno declive
económico y energético es necesario crear opciones para llegar al
modelo social que deseamos, evitando que la derecha se quede con el
discurso de la austeridad y la izquierda, por oposición, con el del
gasto público generador de una nueva deuda que no se ve claro que se
pueda llegar a pagar. Queremos "aprovechar la crisis" para
construir alternativas, abandonando la idea equivocada de que el
crecimiento económico en todos los ámbitos es la solución para
salir de la crisis y lograr la prosperidad. La prosperidad sólo
vendrá de un cambio de modelo en el que crezcan los sectores que
aportan calidad de vida y decrezcan los que consumen recursos no
renovables y energía. Por ello asumimos el reto de construir el
post-capitalismo con una nueva visión de la macroeconomía que
integre economía y ecología en el mismo modelo, donde los sectores
que provocan perjuicio social y ambiental deberán decrecer y los que
aporten prosperidad de forma sostenible se deben mantener y, si se
puede, aumentar.
Para esta tarea
buscaremos nuevos indicadores de prosperidad más fiables que el PIB,
el cual sólo cuantifica los bienes y servicios que un territorio
produce para el mercado, pero no tiene en cuenta las externalidades o
perjuicios colaterales, ni la pérdida de patrimonio en forma de
biodiversidad y de recursos naturales no renovables. Trabajaremos con
indicadores de la prosperidad, la equidad, el medio ambiente y el
progreso real de países y personas.
Lucharemos por
la valorización de todos los tipos de emprendimiento, de actividad y
de trabajo útiles desde los puntos de vista social y ambiental, y
por la redistribución de la riqueza, los derechos sociales y los
servicios públicos, únicos garantes de la equidad .
Rechazamos la
búsqueda del crecimiento como paradigma del pleno empleo y asumimos
que sólo la redistribución del trabajo y del tiempo de ocio podrá
evitar la fractura entre asalariados y parados, al tiempo que
proporcionará un mejor reparto de las tareas obligatorias sociales y
familiares no remuneradas.
Planteamos la
renta básica universal vinculada a un trabajo dedicado a la
comunidad no remunerado como eje vertebrador de un cambio cultural en
la relación sociedad-dinero, donde afloren los recursos personales y
comunitarios, a partir de restaurar las relaciones de ciudadanía,
recuperar las herramientas de convivencia, reconstruir el concepto
identitario y de pertenencia a una sociedad de cooperación.
Impulsaremos las estrategias de autosuficiencia y relocalización
para reducir nuestra dependencia del exterior en materia energética
y recursos básicos que nos lleva al endeudamiento. Fomentaremos el
consumo y la producción local, la autonomía alimentaria, los
recursos locales de energías renovables y el ahorro.
Fomentaremos una
economía social basada en redes de cooperativas que actúen tanto en
el ámbito de los proveedores (de productos y de servicios) como en
el de los consumidores (consumo colaborativo) y, también, en el
ámbito financiero (modelos cooperativos de financiación).
Promoveremos un
cambio en el modelo de consumo desde un sistema basado en la posesión
de los bienes hacia otro más eficiente y racional basado en el
consumo de colaboración y en la utilización y alquiler de
servicios. Las propuestas colectivas por encima de los planteamientos
individualistas nos permitirán ser más austeros sin perder
bienestar.
Defendemos la
creación de una banca pública que favorezca la financiación de
proyectos de interés social y ambiental y la recuperación del
control democrático de la creación del dinero como elemento
estratégico para el funcionamiento de la sociedad.
Sostenemos la
necesaria regulación de la economía financiera para que ésta se
ponga al servicio de la economía productiva y no al revés.
Aplicando una fiscalidad sobre las transacciones financieras que
desincentive la especulación, derroche de recursos y la
contaminación y aporte los recursos necesarios para afrontar los
retos de la humanidad.
Queremos dar
valor a las relaciones interpersonales y a la economía de base. Que
la sociabilidad sea algo que aporte felicidad y cohesión social,
porque aspiramos a una auténtica democracia que sea más
representativa y proporcional que la actual y que dé entrada en
momentos concretos a procedimientos más directos de participación y
deliberación.
Por todo
ello queremos
Una política
que defienda la equidad, denuncie las desigualdades, el
enriquecimiento ilícito y la acumulación de capital que llevan a la
concentración del poder en manos de unos pocos y en perjuicio de la
voluntad de la mayoría.
Una política
que lidere el cambio de mentalidad y que aporte al debate ciudadano y
político la idea de la prosperidad sin crecimiento, que plantee las
alternativas con tono positivo, que las sepa explicar y que pueda
convencer a la ciudadanía. Esta es la propuesta del siglo XXI, la de
la modernidad, porqué el modelo capitalista del siglo XX ha quedado
obsoleto. Necesitamos que las fuerzas políticas transformadoras y
los movimientos sociales propongan soluciones para organizar la
transición entre el viejo y el nuevo modelo.
Pedimos que los
partidos políticos que se sientan implicados por este manifiesto
abandonen el rol tradicional de partido guía para reconvertirse en
un partido bisagra, o partido red, capaz de integrar y hacerse eco de
los sectores cada vez más numerosos que no están representados por
nadie. Unos representantes que trabajen con los movimientos de base y
que creen iniciativas de participación con amplitud hacia toda la
sociedad.
El ecosocialismo
debe hacer posible el cambio de modelo hacia la Sustentabilidad y la
justicia social. Debemos hacer frente al discurso económico
hegemónico. No estamos solos y cada vez son más las voces
autorizadas que piden este giro.
En resumen una
Iniciativa en Transición:
Por la
Sustentabilidad que es contar con los Recursos Cercanos,
Renovables y Saludables.
Por la Soberanía
alimentaria y por la Soberanía de la Ecosimía.
Por la Renta
Básica, pues todos tenemos que vivir en este planeta y los
recursos son de todos sus habitantes.
Por la
Descentralización, por mantener una Huella Ecológica
Equitativa
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