miércoles, 25 de julio de 2012

Partes de mí que necesito cambiar


Reflexiones personales sobre cómo superar la supremacía masculina
Parte 1: ¿Cómo puedo ser machista? ¡Si soy Mujer1!
"¡Cómo que soy un machista!".Si soy un revolucionario que participa en los movimientos sociales mas avanzados. Me quedé helado. Yo siempre me he comportado de forma normal con las mujeres y desde luego no soy un machito prepotente clásico ni un misógino. "¿Pero cómo puedo ser un machista, si soy ecologista y progresista?" Yo confío en la transformación por una sociedad mejor, yo formo parte de los oprimidos. Los opresores son los capitalistas, ¿no?, son ellos quienes se benefician de la injusticia. Cuando pasó esto, no pude evitar ponerme a la defensiva, nervioso. Fue en 1973, yo tenía 20 años y ya había pasado por Comunas y con algunos años de actividad política. Gracias a mis compañeras de aquellos años, no porque consiguiesen que dejase de ser machista (me cuesta y seguro que no lo he conseguido), sino por dejarme claro que no puedo presumir de ser lo que no soy.
"¡Cómo que soy machista!". Si soy una mujer emancipada. Se lo intentó explicar con paciencia. "No estoy diciendo que seas una malvada, sólo te estoy diciendo que tienes actitudes sexistas masculinas”.
Nuestro proceso, tanto de hombres como mujeres ha sido fácil en la medida en que hemos identificado masculino con hombre y femenino con mujer. Hemos convertido en estereotipos externos, lo que llevamos dentro.
Una definición de machismo dada por algunos movimientos feministas lo define como "el conjunto de actitudes y prácticas sexistas aprendidas y llevadas a cabo en pro del mantenimiento de órdenes sociales en que se somete o discrimina el sexo opuesto.
El machismo o machorra engloba el conjunto de actitudes, conductas, prácticas sociales y creencias destinadas a justificar y promover el mantenimiento de conductas percibidas tradicionalmente como heterosexuales y la discriminación contra otros grupos sociales percibidos como más débiles, como en el caso de hombres cuyo comportamiento, por ejemplo por tener una preferencia homosexual, no es "masculino" a los ojos de la persona machista. O de la mujer que espera que el “hombre” la defienda y la proteja porque acepta su rol de “debil”.
Vistas así las cosas, el machismo no sólo lo evidenciarían los varones (y no todos ellos) sino también algunas mujeres. Es decir, todos aquellos o aquellas que aceptan las creencias del patriarcado y se comportan en consecuencia.
Hay conductas que son claramente sexistas, pero a veces el sexismo no es tan obvio, es más sutil, sale en los detalles pequeños. “A menudo me cortas cuando hablo y desde luego prestas más atención cuando habla un hombre que cuando lo hace una mujer”. “El dar por supuesto la superioridad de la mujer en muchas conversaciones, etc etc …”
Me he dado cuenta de que les sucede lo mismo a otras personas. Se ha hecho un cliché y ya no valen argumentos, el cliché está por encima, predomina la idea preconcebida. En la cultura occidental ocurre en ciertos ámbitos y en determinado momentos, es normal que haya fluidez entre las personas al margen de su sexo. Pero no porque seamos mas justos, sino porque nos creemos que la cultura en la que estamos inmersos nos hace “superiores”, seamos hombres o mujeres. ¿O acaso no hay fluidez en otras culturas diferentes a la nuestra?. Cuando hablo de otras culturas, no estoy pensando en otros países, hablo de que a nuestro alrededor también hay otras formas de sentir, hacer y pensar.
He escrito este artículo pensando en hombres y mujeres de clase media, con ideas políticas anticapitalistas y que participan de algún modo en movimientos sociales. Quiero tratar el machismo desde mi propia experiencia, de enfrentar el sexismo desde un punto de vista emocional y psicológico. He elegido este enfoque porque quiero poner en cuestión la dimensión personal de estos temas, porque estimo que es la forma más efectiva de trabajar entre hombres y mujeres contra el sexismo y también porque muchas personas con las que trabajo me piden que no pasemos por alto estos aspectos. "Hay que animar a quienes tienen privilegios a que den importancia social, cultural y económica a sus papeles de género y que examinen el papel de sus emociones, sus sentimientos (o de sus ausencias) y en la forma en que viven sus privilegios o dependencias”.
Constato que tanto los hombres, como por supuesto las mujeres, sufrimos bajo el patriarcado y una de las formas más claras en que el sexismo patriarcal deshumaniza es la incapacidad de expresar o entender nuestras emociones.
Este artículo se basa en el trabajo principalmente de mujeres y en menor medida de hombres que escriben y trabajan contra el patriarcado y el sexismo en la sociedad y en los movimientos sociales.
Cada día hay más personas (con sus dosis de masculinidad y feminidad), dentro de los movimientos alternativos que se enfrentan contra la supremacía patriarcal. Muchos de nosotros reconocemos que el patriarcado existe, que gracias a ello tenemos privilegios, que los comportamientos sexistas del machismo corroen los fundamentos de nuestros movimientos y que las mujeres, l@s transexuales y otras muchas personas sin privilegios nos lo han explicado una y otra vez, desde sus perspectivas masculinas y femeninas: "los hombres tenemos que hablarlo, cuestionarnos mutuamente y decidir cómo vamos a derribar los privilegios del patriarcado". Las mujeres ya debaten sobre el tema desde hace tiempo, pero les pediría que no tensen la ley del péndulo,que destierren las actitudes sexistas que en muchas mujeres se ha producido de forma automática al considerarse “superiores”. A veces la superioridad viene por sus aspectos masculinos (Eso no quita que muchos hombres consideremos la importancia de la mujer como persona, capaz de desarrollar ajustadamente sus valores femeninos y masculinos).
Aun así, hay muchos hombres y muchísimas mujeres en los movimientos sociales que se dan cuenta de lo patriarcal que es la sociedad, quizás incluso los propios movimientos, pero no reconocen su participación personal sexista en esta situación.
Los movimientos colectivos pueden funcionar bien cuando somos conscientes cada uno de nosotros de nuestros roles masculinos y femeninos y los utilizamos para buscar la Armonía del grupo. Últimamente en los debates sobre otras culturas, se pone encima de la mesa la soberbia cuando hacemos comentarios del tipo: “"La importancia de los derechos humanos, por encima de toda diferencia intercultural", En el fondo estamos mostrando nuestro modo de pensar con los que tenemos lejos. ¿que pensamos entonces con los que tenemos cerca?
Estos comentarios me resultan muy conocidos y aunque es tentador distanciarme de las personas que los hacen, confío en la construcción de movimientos y en la emancipación colectiva y por eso para mí es muy importante conectar con la gente con la que participo, sean de mi ámbito o de la otra parte del mundo. Como soy una persona privilegiada, del mundo rico, que me organizo con otros privilegiados, ésto significa ser honesto respecto a mis propias experiencias.
Cuando reflexiono con otra gente de como funciona el patriarcado, la palabra "pero" está presente.
Parte II: "¿A qué clase histórica pertenezco?"
Me refiero a mi clase social dentro de una sociedad desarrollada, patriarcal, heterosexista y capitalista muy empeñada en mantener un fuerte control social. Estas reflexiones me ayudan a darme cuenta de la complejidad intercultural de este mundo global y de que no existen respuestas fáciles.
La mayoría de las personas de mi entorno, han estudiado, trabajan con empleo y sin empleo. He crecido en una comunidad segregada, donde lo correcto esta bien diferenciado de lo incorrecto y he tenido pocos modelos con peso de referencia, que no fuesen “lógicos y occidentales”.
Lo que he leído y estudiado al margen de la información oficial - el feminismo, los movimientos de emancipación por la liberación colonial, de los negros, la historia del colonialismo desde el punto de vista de l@s autócton@s, de l@s indígenas american@s, la historia de los movimientos obreros, las teorías socialistas, anarquistas desde la perspectiva de sus protagonistas y sobre todo la Ecología Política – todo ello ha tenido un profundo impacto en mí.
Sin embargo, el hecho de haya habido personas que me influyeran con una perspectiva distinta a la “occidental capitalista”, ha tenido una importancia increíble para mi desarrollo, a unos niveles psicológicos de los que los que me voy haciendo consciente cada vez más. El que fueran personas con comportamientos e ideas políticas radicales quienes guiaron mi desarrollo de aprendizaje, me ha permitido ver desde otra perspectiva las relaciones de poder y ha permitido que mis estudios no formasen parte de ninguna asignatura oficial.
Rodearme de personas y en un ambiente donde las personas eran “diferentes” ha tenido una gran influencia en mí. Las cuestiones interculturales y de género ya no son un tema más entre tantos otros, sino aspectos centrales en la forma de entender y concebir el mundo.
Mi estrategia ha consistido en provocar debates sobre estos temas entre mi gente y con los colectivos entre los que colaboro. El objetivo no es necesariamente cambiar la opinión del otro, sino abrir espacios de diálogo crítico sobre patriarcado, interculturalidad y ecología política. Ésto ha sido también un valioso aprendizaje para mí.
He aprendido que ser blanco, varón, de clase media, sin discapacidades físicas, heterosexual y ciudadano de España y por consiguiente de Europa y del mundo occidental, no sólo significa que tengo ciertos privilegios, sino que además me da un pasado. Yo formo parte de categorías sociales - blanco, varón, heterosexual y de clase media, grupos creados y moldeados por la historia -, que son considerados el patrón de la "normalidad", a partir del cual las otras personas son juzgadas.
A esta imagen de mi identidad individual, de ser "mi propia persona", (tener en cuenta que me siento descendiente de indígenas americanos), se mezclaron con las imágenes de comunidades indígenas arrasadas, de barcos de esclav@s, de familias destruidas, de violencia contra las mujeres, de hombres blancos de las clases dominantes usando a hombres blancos pobres para colonizar a las mujeres blancas, a las personas de color y a la Tierra entera.
Recuerdo estar sentado con un grupo de personas, intentando ser consciente del lugar en donde estoy en este planeta Tierra, en esos momentos me gustaría gritar. Como cuando en un documental veo la hipocresía de esta civilización, que ha convertido en necesidad lo que hay que comprar, para que se enriquezcan unos pocos que extraen sus recursos de la explotación de las tierras de personas lejanas dominadas por la fuerza. O el ejemplo de la Historia de la Mujer Afroamericana, estudiando la esclavitud, las violaciones sistemáticas de africanas esclavizadas por sus amos blancos, millones de violaciones que fueron amparadas y protegidas por la ley, mientras cientos de hombres negros eran linchados con la excusa de proteger a las mujeres blancas de los violadores negros. Me quedo sentado taciturno, sintiendo la historia en las lágrimas de mis ojos y las náuseas de mi estómago. ¿Quiénes son esos dominadores patriarcales, qué sienten sobre sí mismos? Me da miedo y vergüenza mirar a la cara a los inmigrantes que conviven con nosotros porque aunque sus tierras sean mas ricas que las nuestras se han visto obligados o atraídos por el espejismo del capitalismo patriarcal.
Parte III:"Esta es mi reivindicación"
"No tengo la menor idea de qué papel en la transición hacia la emancipación global, podemos jugar las personas blancas heterosexuales, occidentales, ya que somos la base y el cuerpo del sistema de poder reaccionario mundial, que está convencido de que sus valores son los únicos que valen, que se identifican con el llamado estado de bienestar a costa de los recursos de las ¾ partes del planeta y que en la practica nos creemos capaces de salvar al mundo"
A veces experimento periodos de odio hacia mí mismo, me siento culpable, tengo miedo. Cuando esto ocurre, sé y siento que tengo un papel que cumplir en la transición por la liberación y sé por mi propia experiencia que puedo hacer muchas cosas útiles, pero aun así no puedo parar de preguntarme: "¿no me estaré engañando?" Lo tengo claro, la cita anterior es un buen reto ¿A que bando pertenezco?.
Crecí creyendo que tenía derecho a todo. Que podía ir a donde me apeteciera y hacer lo que quisiera y que en cualquier sitio sería valorado y necesitado. El patriarcado y el heterosexismo me enseñaron, de maneras sutiles y a veces también brutales, que yo tenía derecho al cuerpo de las mujeres, a tomar mi espacio y a expresar mis opiniones e ideas cuando yo quisiera, sin tener en cuenta a l@s demás. Este es un proceso de socialización muy diferente del de la mayoría de la gente en este planeta y de la sociedad occidental, a quienes se les obliga a callarse, a comerse sus marrones, a esconder o disimular quiénes son, a quitarse del camino y a no olvidar nunca que deben dar gracias por el simple hecho de existir. Admito que es sano no presuponer que siempre eres necesario, a aprender a compartir el espacio y el poder y trabajar con otras personas para encontrar el papel que puedes cumplir.
Estamos inmersos en un sistema que nos permite creer que hay muchas posibilidades, condicionadas por nuestra ubicación histórica, que nos hace vivir a expensas de las ¾ de las personas a las que les es mas difícil tener posibilidades.
"Cada día hay jóvenes que deciden vincularse a movimientos sociales y se encuentran con debates políticos sobre el patriarcado que les culpabilizan y silencian, sin que nadie les apoye en la tarea de descolonizar sus mentes y cambiar su forma de pensar. Imagínemos si otros chicos y/o chicas, con más experiencia política se fuesen a dar un paseo con l@s recién llegad@s para hablar de su experiencia como personas dentro del movimiento, de lo que han aprendido. Imagínate el buen clima que se generaría entre las personas si se dieran apoyo y reconocimiento mutuo al hacer progresos en su transición contra el sexismo y el patriarcado."
Hay que animar a las personas del movimiento a que acompañen a otras personas para involucrarse en el antisexismo. Tengo un montón de amigos con privilegios por su género, pero me aterroriza comprometerme políticamente a explicarles mis consideraciones para enfrentarme contra el patriarcado. Soy capaz de denunciar públicamente el patriarcado e intentar convencer a otras personas de vez en cuando, pero ¿me siento capaz de ser honesto respecto a mi propio sexismo, de conectar el análisis y la práctica política con mis propias emociones y procesos psicológicos, de ser vulnerable?
¿Qué es lo que me da miedo?:
Que me tenga que esforzar por escuchar las voces que identifico como femeninas (sean hombre y/o mujeres).
Sentir que se toman más en serio las opiniones de los masculinos.
Que sé que cuando entro en una reunión, no puedo evitar ver las jerarquías de estátus.
Sentir la competitividad entre los hombres.
Con las mujeres la jerarquización es parecida, pero además el atractivo sexual entra en las categorías de la mentalidad heterosexual. ¿Qué son la atracción sexual y el deseo sanos y cómo se mezclan o cómo sobreviven a la conducta aprendida de sexualizar sistemáticamente a todas las mujeres? ¿Pero qué implicaciones tiene todo esto en la forma de comunicarme con mis compañer@s de trabajo, de grupo o sentimentales? ¿Cómo se traduce en mi forma de hacer el amor, de necesitar, expresar o de conceptualizar el amor y el cariño? No hablo de si doy sexo oral a mi compañera, o si le digo que le quiero. Hablo de si realmente valoro la equidad en nuestras relaciones por encima de la relación sexual.
Soy consciente de que nunca he tenido pensamientos sexuales sobre un hombre de manera que haya perdido la concentración sobre lo que me está diciendo. Sin embargo, a menudo me he sorprendido despistado por estar teniendo pensamientos sexuales mientras hablaban mujeres, mujeres que son grandes organizadoras, mis amigas, mis compañeras. Estoy totalmente a favor de la pasión, del deseo sexual sano y de la política a favor del sexo, ese no es el problema. Lo que resulta problemático es el poder, el "derecho" que muchos hombres sentimos tener, de tratar a las mujeres como objetos sexuales, la marginalización de la participación de las mujeres por el filtro del deseo masculino heterosexual. Y preferiría no ponerme a la defensiva tan frecuentemente, pero lo hago. Me frustro y me cierro cuando discuto con mi pareja sobre cómo funciona el poder entre nosotr@s. También cuando hablamos sobre como nos relacionamos con el resto del mundo y la forma en que esto influye en nuestra relación.
Esto no es una confesión para ser perdonado. Es una reflexión continua para ser sincero sobre las profundas influencias del patriarcado en mi personalidad. El patriarcado me atormenta. Estoy lleno de dudas sobre si seré algún día capaz de amar honesta y sanamente. Sobre mi capacidad de sincerarme y conectar conmigo mismo para poder abrirme y compartir. Sobre si podré construir y compartir genuinamente,de igual a igual, con otras personas. Puedo ver las cicatrices del patriarcado en cada una de las personas con las que me relaciono y cuando me obligo a observarlas y a tomarme tiempo para pensar en ello, me lleno de rabia y tristeza. El amor es imposible cuando hay una voluntad de dominar. ¿Puedo realmente amar? Quiero aceptar que sí.
Sostengo que es en el movimiento contra la opresión, en la práctica de nuestros compromisos, donde realizamos y expresamos nuestras cualidades humanas más valiosas. Hay momentos, experiencias y situaciones cuando veo que nos enfrentamos colectivamente al patriarcado y eso demuestra de lo que somos capaces. Estimo que ésta es una labor para toda la vida y que en el fondo es también parte del afán por rescatar nuestras propias vidas. Y en esta contienda nos damos cuenta de que incluso frente a estos sistemas de opresión tan poderosos, nuestra capacidad de amar, nuestra belleza, nuestro pasión, nuestra creatividad, nuestra dignidad y nuestro poder crecen. Podemos hacerlo.
Posdata: "Trabajar para que esta pugna sea concreta y efectiva"
Aunque es necesario trabajar en temas psicológicos y emocionales duros, también hay infinidad de pasos concretos que se pueden dar en el enfrentamiento contra el Patriarcado.
Hay un montón de cosas que se pueden hacer. La pregunta importante para mí es qué condiciones son necesarias para tomar este trabajo en serio, priorizarlo y darle seguimiento. Además de hablar con otras personas del tema, también es importante que nos cuidemos mutuamente los unos a los otros para que todos cumplamos la parte que nos toca. Hay muchos temas emocionales complejos que surgen en el camino y es importante ayudarnos mutuamente para no perdernos y seguir dando pasos hacia adelante. Nos podemos preguntar, por ejemplo, qué estamos haciendo para compartir la responsabilidad y el poder en nuestra organización, cómo estamos apoyando la igualdad de genero, cómo estamos mejorando nuestra apertura a que las personas nos digan lo que piensan de nuestro trabajo, etc.
Cada una de estas preguntas genera los siguientes pasos que me propongo tomar. Examinar y desafiar nuestros privilegios es necesario, pero no suficiente. La cooperación entre personas para superar la supremacía masculina es sólo una entre muchas estrategias necesarias para desarrollar un movimiento de liberación colectiva desde la feminidad, la multiculturalidad y la Ecología Política. Sabemos que el patriarcado funciona como obstáculo contra la construcción de este movimiento. La pregunta es qué hacemos para evitarlo, para que el proceso crezca en nuestro interior y con él nuestra capacidad para amarnos a nosotros mismos y a los demás.
Pistas para los que trabajamos por el cambio social y para gente socializada en un sistema basado en la dominación:
  • Observar bien quién está en las reuniones - cuántos hombres, cuántas mujeres, cuánta gente “de bien”, cuánta gente inmigrante, si se da por supuesto que la mayoría son heterosexuales, si hay gente que no lo es y está fuera del armario, de qué clase social proviene la gente.
  • No suponer que conozco a la gente, esforzarme en ser más consciente.
  • Contar las veces que hablo y calcular cuánto tiempo.
  • Contar las veces que otra gente habla y calcular cuánto tiempo.
  • Ser consciente de la frecuencia con la que escucho activamente lo que otra gente dice en lugar de esperar a mi turno o pensar en lo que voy a decir la próxima vez.
  • Hacer alguna vez el ejercicio de ir a reuniones con el fin de escuchar y aprender; ir a alguna reunión y no hablar.
  • Contar las veces que propongo ideas al grupo. Contar las veces que apoyo las ideas de otra gente para el grupo.
  • Hacer el ejercicio de apoyar a otra gente pidiéndoles que expliquen en más profundidad sus ideas y propuestas, antes de decidir si les apoyo o no.
  • Pensar en quienes reciben reconocimiento por su trabajo y contribución al grupo. Mostrar ese reconocimiento por el trabajo de más personas y hacerlo más a menudo.
  • Preguntar más a menudo a otra gente qué piensan sobre las reuniones, las ideas, las acciones, las estrategias y visiones.
  • Desarrollar respeto y equidad a través de aceptar las divisiones de etnia, cultura, clase, género y sexualidad. Es complejo y difícil, pero totalmente necesario y también liberador y satisfactorio.
  • Ser consciente de cuántas veces hablo para pedirle a otra gente que haga cosas en comparación con preguntar a otra gente lo que tengo que hacer.
  • Pensar en serio sobre la expresión "seré necesario en el movimiento cuando me de cuenta de que no soy necesario en el movimiento".
  • Recordar que el cambio social es un proceso y que nuestra transformación y liberación individual está profundamente conectada con la transformación y liberación social. La vida es profundamente compleja y está llena de contradicciones.
Esta lista no está dirigida solamente a hombres, ni intenta reducirnos a todos en una sola categoría. Su intención es interferir en las formas de dominación que lastran nuestros movimientos y que nos hieren como personas. Los hombres tenemos mucho trabajo por delante, las mujeres también, pero es un tipo de trabajo muy satisfactorio si de verdad nos tomamos en serio la igualdad y si desarrollamos nuestro deseo de alcanzarla.
Las formas cotidianas de dominación son la cola que mantiene unidos los sistemas jerárquicos. La desaparición del capitalismo, de la intolerancia, del patriarcado, del heterosexismo, es también la transición por la liberación colectiva.
Nadie es libre hasta que tod@s lo seamos.
Novelda a 25 de julio de 2012
Articulo original de Chris Crass.
Adaptado por David Madrid
1 En el escrito original dice ser anarquista y hombre. En ese contexto incluye en diferentes categorías ser hombre o mujer, ser blanco o negro. El que yo ponga soy mujer, pretende diferenciar lo masculino y lo femenino al margen de ser hombre o mujer.. Lo que hay que desterrar es la supremacía masculina.

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