lunes, 22 de junio de 2015

HISTORIA Y SIMBOLISMO DE LA NOCHE DEL SOLSTICIO DE VERANO

Entre el 21 y el 22 de junio se celebra en el hemisferio norte, el día más largo del año.
Se puede decir que todo empezó hace cerca de 5 mil años, cuando nuestros antepasados, tan amigos de observar las estrellas, se dieron cuenta que en determinada época del año el Sol se mueve desde una posición perpendicular sobre el Trópico de Capricornio, hasta una posición perpendicular sobre el trópico de Cáncer. A estos días extremos en la posición del Sol se les llamó solsticios de invierno y verano, los cuales ocurren entre los días 21 al 22 de diciembre y del 21 al 22 de junio respectivamente. Estas fechas corresponden al hemisferio norte, pues en el sur es al contrario. El día que veremos al sol ponerse más al sur es por el 21 de diciembre y el día que lo veremos ponerse más al norte es por el 21 de junio. “Las fechas mencionadas son relativas, pues puede ser que en un año determinado caiga un día antes o después, debido a las irregularidades del calendario, como los años bisiestos”. Hablaremos del día 21, teniendo en cuenta lo dicho. En esta fecha el eje de la tierra está inclinado 23,5 grados hacia el sol. Esto ocasiona que, en el hemisferio norte, el 21 de junio sea el día más largo del año.
En los antiguos mitos griegos a los solsticios se les llamaba “puertas”.
Definitivamente no es un día como los demás, la naturaleza, el hombre y las estrellas se disponen a celebrar una fiesta, cargada de gran poder y magia; los agricultores dan gracias por el verano, las cosechas, las frutas y por disponer de más horas para cumplir con sus tareas y entregarse a la diversión. También es el momento justo para pedir por la fecundidad de la tierra y de los mismos hombres; además se comienza a almacenar alimentos para pasar el otoño y el invierno.
La celebración del solsticio de verano, es tan antigua como la misma humanidad. En un principio se creía que el sol podía no volver a su esplendor total, pues después de esta fecha, los días era cada vez más cortos. Por esta razón, fogatas y ritos de fuego de toda clase se iniciaban en la víspera del pleno verano, del 20 al 21 de junio, para simbolizar el poder del sol y ayudarle a renovar su energía.
En estos rituales las características principales son el sol, el fuego y el agua.
Muchas otras culturas han celebrado y siguen celebrando este fenómeno cósmico porque el Sol es para todos una fiesta, un principio de vida, la continuidad de la existencia y el primer logo o divinidad con la que la humanidad se identificó. Numerosas leyendas también dejan constancia de la existencia de Puertas invisibles, que lo son a simple vista, para los ojos físicos, pero no para la percepción más trascendente del ser humano durante este momento mágico. Dicen que los espíritus más puros, los guías de luz logran también acceder a nuestra dimensión durante el festejo del solsticio para comunicarse con nosotros.
En la cultura celta los druidas celebraban el ritual de Alban Heruin, significaba “fuego de Bel” o “bello fuego” y consistía en encender hogueras buscando la bendición para las tierras y sus frutos, así como buenos augurios para los enamorados y fertilidad para las mujeres. La magia de los druidas invocando a los Elementales, es decir a los espíritus de los elementos de la naturaleza, las Salamandras del Fuego, las Ondinas del Agua, las Sílfides y Elfos del Aire y los gnomos de la Tierra, son parte de una tradición que nos ha dejado numerosas leyendas y mucho folclore musical.
Otra de las raíces de tan singular noche hay que buscarla en las fiestas griegas dedicadas al dios Apolo, que se celebraban en el solsticio de verano encendiendo grandes hogueras de carácter purificador. Los romanos, por su parte, dedicaron a la diosa de la guerra Minerva unas fiestas con fuegos y tenían la costumbre de saltar tres veces sobre las llamas. Ya entonces se atribuían propiedades medicinales a la hierbas recogidas en aquellos días.
En México, los guerreros aztecas dedican muchos rituales al culto solar para que la “renovación de los fuegos”, ayude a la tierra y al ser humano a respetar los ciclos y a obtener buenas y abundantes cosecha, así como salud.
Los Incas del Perú festejan el Inti-Raymi, la fiesta del Sol. Es un espectáculo ver en la explanada de Sacsahuamán, muy cerca de Cuzco, las llamaradas de las fogatas que invocan al astro rey antes de la salida del sol.
En la tradición hindú el solsticio estival es la vía de los ancestros, la pitri-yana, igual que para los griegos, una puerta que conduce al interior. Los Indras adoran el fuego primordial y aseguran que algunos chamanes durante el ritual del fuego pueden leer el futuro en las llamas. Las cenizas de las hogueras durante el solsticio se conservan todo un año.
Entre los bereberes de África del norte de Marruecos y de Argelia, se celebra la fiesta del Ansara el 24 de junio. Encienden hogueras en las plazas de los pueblos, en lugares que consideran que necesitan una purificación. Arrojan al fuego hierbas medicinales. Ahúman después sus principales utensilios, herramientas y objetos personales. Consideran que el humo de las hogueras protege los campos cultivados y mata los virus y las malas energías. Seguidamente saltan siete veces por encima de las brasas, purifican también el interior de las casas y los enfermos con ramas encendidas para ahuyentar los malos espíritus e inmunizarse el cuerpo. Esta tradición procede de la cultura pre-islámica porque se basa en el calendario solar, actualmente el calendario musulmán se basa en el calendario lunar aunque se siguen conservando muchos de estos rituales.
Para la tradición cristiana, la noche de San Juan, es el 23 de junio, la Iglesia la ha adaptado para conmemorar que está cerca de la noche más corta del año en el hemisferio norte y significa el triunfo de la luz sobre la oscuridad. ¿Por qué San Juan Bautista?: San Lucas narra en su Evangelio que María, en los días siguientes a la Anunciación, fue a visitar a su prima Isabel cuando ésta se hallaba en el sexto mes de embarazo. Por lo tanto, para la Iglesia cristiana fue fácil fijar la solemnidad del Bautista en el octavo mes de las candelas de junio, seis meses antes del nacimiento de Cristo, el 24 de diciembre. Como los evangelios no mencionan fechas, no es seguro que Jesús naciera ese día. De hecho, el día de Navidad no fue oficialmente reconocido hasta el año 345, por influencia de San Juan Crisóstomo y San Gregorio Nacianzeno. Sin embargo, no fue una festividad oficial de la Iglesia porque para la época no se acostumbraba realizarlas. Se cree que fue el Papa Julio I (337 - 352) quien comenzó a instituir la Navidad como fiesta religiosa, pero no hay documentos que lo corroboren, pero es más probable que sucediera durante el reinado del emperador Honorio (395-423). Todas las anteriores son tentativas, y no es sino hasta el año 440 que la Iglesia decide oficialmente celebrar el nacimiento de Jesús el 25 de diciembre, lo cual quedó definitivamente instituido en el año 529 cuando el emperador Justiniano declara la fecha como día festivo.
Desde entonces se señaló esta noche como la de San Juan, muy próxima al solsticio de verano que ha heredado una serie de prácticas, ritos, tradiciones y costumbres cuyos orígenes son inmemoriales en toda Europa y se han extendido por muchos pueblos de América.
Muchos son los rituales, pero todos giran en torno al ensalzamiento del fuego. De hecho, este es el festival del fuego por antonomasia, el rey de los festivales del fuego hasta el extremo de que el culto pagano del fuego y las hogueras, se han conservado más que en otras fiestas y la costumbre popular ha mantenido su práctica incluso dentro del mismo cristianismo, aunque éste no ha podido dar una explicación religiosa convincente de dicho hábito.
El fuego es el gran protagonista de la Noche, cuyo fin no sólo es rendir tributo al sol, sino también purificar los pecados del hombre. Antiguamente se realizaban fogatas reducidas en las que se calentaban papas o batatas, que luego eran ofrecidas a los asistentes para así asegurarles alimento suficiente durante todo el año. También se arrojaban a las llamas ropas viejas, papeles, y cualquier objeto que representara un mal recuerdo, y así se exorcizaban los malos sucesos de los doce meses anteriores.
Se recoge leña y muebles viejos y se amontonan en un llano. La costumbre de encender fuegos que proviene de antiguos cultos paganos también está relacionada con la prevención de epidemias por el poder antiinfeccioso y de alejar los malos espíritus que posee el fuego.
En tiempos posteriores se encendían fogatas en las cimas de la montañas, a lo largo de los riachuelos, en la mitad de las calles y al frente de las casas. Se organizaban procesiones con antorchas y se echaban a rodar ruedas ardiendo colinas abajo y a través de los campos.
Una de las razones de su popularidad es la coincidencia con el inicio del verano, una de las fechas más importantes para muchos pueblos desde tiempos remotos, especialmente los pueblos del mar Mediterráneo.
Es una noche mágica en la que todo puede suceder, cuando las hierbas tienen propiedades que todo lo curan o espantan malos espíritus, las mozas encuentran novio y el amor no tiene ataduras. Los tesoros escondidos brillan y pueden ser descubiertos, y quien coge la hierba llamada "verbena" queda curado de todo mal. De aquí viene que en castellano a la fiesta se le llame verbena. Muchas son las creencias que se relacionan con esta mágica noche, e incontables las tradiciones con las que se la celebra, entre las que podemos destacar las siguientes:
Según se cree, en el exacto momento en que el sol ilumina el amanecer del día 24, (debería ser el 22), las aguas de fuentes y arroyos están dotadas de poderes especiales para curar y brindar protección a la gente. Quien madrugue el día 24, (debería ser el 22),no pasará sueño el resto del año.
Quien se baña en el rocío que cae esa noche quedará protegido durante todo el año. Meterse desnudo y de espaldas al mar, mirando la luna, permitirá a quien lo haga obrar ciertos prodigios.
Otra costumbre relacionada con la Noche de San Juan es la caminata sobre el fuego. Los devotos preparan caminos de brasas de dos metros de largo por un metro de ancho y caminan descalzos sobre ellos sin sufrir daños. La celebración es acompañada con bailes, comidas y bebidas. La leyenda dice que las cenizas curan las enfermedades de la piel y que es conveniente saltar la hoguera un mínimo de tres veces para tener un buen año.
Quien se coloca debajo de una higuera con una guitarra en sus manos puede aprender a tocarla de forma inmediata. El solsticio de verano coincide con la maduración y recolecta del fruto de la higuera de higos negros (exteriormente negros) denominada breva.
Los solteros y solteras que al comenzar el 24, (debería ser el 22), se asomen por la ventana de su casa verán pasar al amor de su vida.
Si se quema un papel donde se haya escrito aquello que se quiera olvidar, se puede lograr bienestar por todo el año.
En Andalucía al igual que en Canarias, España, se hacen hogueras con un pelele (muñeco de trapo similar a un espantapájaros) denominado "Jua" (quemar el Juan), (noche de los juanes)y en las zonas costeras el rito se hace cerca de la orilla del mar, con peticiones y promesas de muy diversa índole.
Esta noche se abre la puerta que nos introduce al conocimiento del futuro y a las dimensiones mágicas de la realidad.

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