Lucidez
es la cualidad de
lúcido. Este
adjetivo,
por su parte, refiere a quien es claro
en sus expresiones, en el razonamiento o en el estilo.
Por ejemplo: “Este
escritor es uno de los pensadores de mayor lucidez en todo el
continente americano”,
“El intendente volvió a
mostrar su lucidez al pedirle a sus seguidores que no respondan a las
agresiones”, “El
abuelo perdió algo de lucidez, pero su físico sigue siendo
impecable”.
La lucidez suele asociarse a la
capacidad intelectual,
de análisis o de reflexión que tiene una persona.
Quienes están considerados como lúcidos suelen generar admiración
por sus pensamientos sobre una determinada situación o por sus
facultades para ver los problemas de una forma diferente al resto.
Otra manera de entender la lucidez es
como la rapidez mental.
En un momento de tensión o incertidumbre, la persona lúcida es
quien tiene mayores reflejos y capacidad de reacción. Si hay un
cortocircuito en una casa, una muestra de lucidez es cortar la
energía eléctrica.
Lucidez,
por otra parte, es la coherencia
o la conciencia.
Un parte médico puede informar que una persona está internada en
terapia intensiva pero lúcida, lo que significa que dicho individuo
está ubicado en tiempo y espacio. En cambio, si la persona está
inconsciente, se dirá que no muestra rastros de lucidez.
Partiendo de ese significado,
tendríamos que resaltar que existe lo que se da en llamar
disminución de la lucidez mental, que puede definirse como el estado
en el que una persona ve reducida su conciencia. Este sería el caso,
por ejemplo, del coma.
Muchas son las causas que pueden
provocar que un individuo sufra esa citada disminución. No obstante,
entre las más importantes se encuentran las siguientes:
• Accidentes tales como una
insolación o hipotermia.
• Trastornos de tipo cerebral como
la enfermedad del Alzheimer, convulsiones por distintos orígenes o
convulsiones.
• El consumo excesivo de bebidas
alcohólicas o de drogas de otro tipo.
• Problemas en el sistema cardíaco
o respiratorio, tales como la arritmia, la hipo-tensión, la
hipertensión o la hipoxia.
• Patologías tales como la
hiper-glucemia o una insuficiencia hepática.
Además de todo lo expuesto,
tendríamos que subrayar que dentro de la literatura existen diversos
trabajos que utilizan en su título el término que ahora estamos
analizando. Este sería el caso, por ejemplo, de “Un ataque de
lucidez”. Jill Taylor es la autora de esta narración
autobiográfica y conmovedora en la que aquella va contando como años
atrás sufrió un derrame cerebral masivo que le llevó a ir
perdiendo poco a poco sus diversas capacidades mentales.
Esa situación a la que llegó y sus
ocho años de dura recuperación, sometiéndose a médicos y tareas
de rehabilitación, son las que se convierten en ejes centrales de la
obra que permite no sólo conocer a fondo el cuerpo humano sino
también un caso de superación en letras mayúsculas.
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